Por que esperar?

Eu num sei o que foi de fizeram esta perseguição, porque a gente num tava matando, num tava roubando, num tava fazendo mal. Tava trabalhando e rezando. Aí, por isso fomos perseguido e sentenciado à morte, ninguém sabe, quem é Deus, né! O que tenho a dizer é isto... tava no Caldeirão cantando e rezando e tão feliz, trabalhando e comendo. Sem ninguém precisar pedir nada pra ninguém, porque tudo tinha, nada faltava, tudo era comum. O que era de um era de todos e ai quando dava fé uma perseguição.




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Descobrir o que significa:

1. Uma cabra, alvinegra, com sua fita róseo sobre a cabeça, caminhando pelos bancos da praia ao anoitecer. A mesma vem acompanhada por um casal de seres humanos, um alvo e um negro, relativamente jovens, ou praticamente velhos;

2. Encontrar seres humanos onde, supostamente, só haveria roupas lançadas sobre a areia, utensílios de limpeza doméstica, batentes e latões de lixo, a ponto de mulheres deitadas, relaxantes conversas sob e sobre a madrugada e mãe, filha e avó retirantes, a última com seu véu;

3. Ser seguido por dois cachorros negros ao longo de vários kilômetros às cinco horas da manhã, enquanto se carrega um certo sentimento de autoconfiança e dever cumprido adicionados a remorso e deslocalização metafísica, cada par em uma mão.

O coração bate mais forte
do que a cabeça pensa.

Pois foi.

Quando se deram conta
a lua
havia enchido
- e sido enchida
- ou sido enchida
e passava
de meia-noite:
noite-cheia
noite-inteira
muitas noites.
dificilmente,
a noite
é uma só.

(é a noite
quem enche a lua
ou a lua
quem enche a noite?
é claro
são as duas,
no mínimo:
fora a gente.)

Manual de instrucciones, Cortázar.

La tarea de ablandar el ladrillo todos los días, la tarea de abrirse paso en la masa pegajosa que se proclama mundo, cada mañana topar con el paralelepípedo de nombre repugnante, con la satisfacción perruna de que todo esté en su sitio, la misma mujer al lado, los mismos zapatos, el mismo sabor de la misma pasta dentrífica, la misma tristeza de las casas de enfrente, del sucio tablero de ventanas de tiempo con su letrero Hotel de Belgique.

Meter la cabeza como un toro desganado contra la masa transparente en cuyo centro tomamos café con leche y abrimos el diario para saber lo que ocurrió en cualquiera de los rincones del ladrillo de cristal. Negarse a que el acto delicadode girar el picaporte, ese acto por el cual todo podria transformarse, se cumpla con la fría eficacia de un reflejo cotidiano. Hasta luego, querida. Que te vaya bien.

Apretar una cucharita entre los dedos y sentir su latido de metal, su advertencia sospechosa. Cómo duele negar una cucharita, negar una puerta, negar todo lo que el hábito lame hasta darle suavidad satisfactoria. Tanto más simple aceptar la fácil solicitud de la cuchara, emplearla para revolver el café.

Y no que esté mal si las cosas nos encuentran otra vez cada dia y son las mismas. Que a nuestro lado haya la misma mujer, el mismo reloj, y que la novela abierta sobre la mesa eche a andar otra vez en la bicicleta de nuestros anteojos, ¿por que estaría mal? Pero como un toro triste hay que agachar la cabeza, del centro del ladrillo de cristal empujar hacia afuera, hacia lo otro tan cerca de nosotros, inasible como el picador tan cerca del toro. Castigarse los ojos mirando eso que anda por el cielo y aceptar taimadamente su nombre de nube, su replica catalogada en la memoria. No creas que el teléfono va a darte los números que buscas. ¿Por que te los daria? Solamente vendra lo que tienes preparado y resuelto, el triste reflejo de tu esperanza, ese mono que se rasca sobre una mesa y timbla de frío. Rómpele la cabeza a ese mono, corre desde el centro hacia la pared y ábrete paso. ¡Oh cómo cantan en le piso de arriba! Hay un piso arriba en esta casa, con otras gentes. Hay un piso de arriba donde vive gente que no sospecha su piso de abajo, y estamos todos en el ladrillo de cristal. Y si de pronto una polilla se para al borde de  un lápiz y late como un fuego ceniciento, mírala, yo la estoy mirando, estoy palpando su corazón pequeñísimo, y la oigo, esa polilla resuena en la pasta de cristal congelado, no todo está perdido. Cuando abra la puerta y me asome la la escalera, sabré que abajo empieza la calle; no el molde ya aceptado, no las cosas ya sabidas, no el hotel de enfrente: la calle, la viva floresta donde cada instante puede arrojarse sobre mi como una magnolia, donde las caras van a nacer cuando las mire, cuando avance un poco más, cuando con los codos y las pestañas y las uñas me rompa minuciosamente contra la pasta del ladrillo de cristal, y juegue mi vida mientras avanzo paso a paso para ir a comprar el diario a la esquina.

Eu
não obedece
a mim.

Aliás,
nem mim
obedece
a eu.

mim não obedece a mim também
e eu a eu,
também não.

A verdade é que
nem eu nem mim
obedece a
ou manda em
mim ou eu
- e vice-versa.

Não sei o quê. Não sei se as mãos finas, entrelaçadas, as unhas, suas pontas, os dedos longos, os olhos fixos e perdidos e lançados para cima, os cabelos perfeitamente desarrumados, o cacho que se soltava à direita, a cor, o brilho e o desenho dos braços, talvez os ombros, definitivamente talvez os ombros, a axila ligeiramente suada e discreta, a blusa preta que lhe arrodeava, ou a bolsa ali deitada sobre o colo; a posição do corpo sobre a cadeira, a cadeira, as cadeiras, o brinco que é possível ver, a calça, o desenho da calça, a tira de pele morena que liga o quadril ao abdômen (a tira de pele morena que liga o quadril ao abdômen...), os joelhos, colados à calça, o quadro, as fotos impactantes junto à parede, o nariz e a boca escondidos; ou melhor, protegidos, ou melhor, escondidos!, a tomada e os imundos e coloridos fios expostos!, se as sobrancelhas!, a alça presa por trás!, a expressão da menina sentada ali ao lado!, a janela antiga de vidro que tapa esse terrível ambiente amarelo?!, o dedo mindinho do pé...!

Desculpe. Não sei o que me chamou atenção nesta imagem.